RESEÑA HISTÓRICA

Cuando pensamos en un país como Colombia, rápido nos viene a la mente el aroma de su exquisito café, pero también de toda la problemática generada por la confluencia de varios factores, entre ellos, el conflicto paramilitar, la guerrilla y el narcotráfico. Es un país con enormes potenciales; sin embargo, estos y otros factores inciden en el empobrecimiento de gran parte de su población.

En esta situación se encuentra la población de Bonda, un corregimiento del Departamento del Magdalena, que está a cinco kilómetros de Santa Marta. Al ser una zona de estrato socioeconómico 1 y 2 (van del 1 al 6), es normal que te encuentres con calles de tierra anegadas por aguas residuales que evidencian la falta de alcantarillado y demás servicios de saneamiento básico.

Como medio de subsistencia, la población se dedica a cultivos como el café, aguacate o mango. Otra forma de generar ingresos es “el rebusque”, que consiste en trabajos informales como la venta ambulante de comida, ropa, juguetes, artesanías, etc. Obviamente, sólo un 20 por ciento de la población tiene empleos formales como empleados de empresas, y la cobertura del servicio de salud para la mayoría es la que el Estado subsidia. Difícil es salir del círculo vicioso de la pobreza.

COMO NACIÓ ESTA FUNDACIÓN

En 2005 nace, la Fundación de Formación Integral Esperanza Viva, llamada para ese entonces Jardín Infantil Semillas de Dios, conocido por muchos aun como “Semillitas”. Dios motivó a la familia Tache Rodríguez, responsables de la Iglesia Bautista Esperanza y Promesa de Vida, a ofrecer a la comunidad alternativas para paliar las profundas necesidades del sector: carencias y deficiencias en las familias en diferentes aspectos sociales, entre ellos, la delincuencia común, grupos al margen de la ley, víctimas de desplazamientos y desmovilizados (personas que abandonan los grupos armados). Además de estas situaciones adversas, se sumaba la falta de escuelas públicas, por lo que muchos niños se quedaban sin escolarizar cada año, mientras que para los que lograban una plaza, el hacinamiento en dichos centros mermaba su rendimiento. Como un proyecto piloto, y en aula prestada, se dio inicio a las clases para 17 niños en edades de 3 y 4 años.

Se pretendía levantar un colegio cristiano que brindara una formación integral: educación formal y también basada en principios y valores éticos y espirituales. Actualmente, se da cobertura a 300 niños y niñas de preescolar, básica primaria, sexto, séptimo y octavo de básica secundaria con edades comprendidas entre 3 y 14 años.

La mayor parte de los niños que llegan al colegio arrastran los resultados de todas las dificultades mencionadas: hogares disfuncionales donde los padres trabajan muchas horas y los dejan solos; o conviven con un padrastro o madrastra; los padres son separados o arrastran problemas más graves. Por ello, se ofrece consejería familiar y una escuela de padres. No faltan problemas de otra índole como infecciones de la piel o trastornos digestivos por la falta de agua potable.